He querido dedicar una página sobre este barrio, porque desde el primer día me cautivó por: sus precarias formas de vida, su juventud, su origen y por las tremendas ganas de sus gentes de que la vida les sonría. Pertenece a la municipalidad de Urubamba y está próximo a la carretera que conduce a Ollantaitambo.
Hace ya casi dos años que visité por primera vez el barrio de Qotowincho. Sobre él escribí lo siguiente:
Mañana del Martes Santo (7 de abril).
Este día, para compenetrarme algo más con la realidad de este pueblo, he salido a media mañana en dirección al río Vilcanota para visitar el barrio de Qotowincho. Se trata de un barrio marginal situado a orillas del mencionado río y sobre materiales procedentes de un antiguo cerro llamado Yamarwaky que tenía una gran altitud,. Debido a estar formado por tierras salitrosas, muy poco consistentes, se ha ido desplomando a lo largo de los años. Fenómeno que aún puede observarse hoy en una parte de la ladera. (foto 2). Los habitantes que se han asentado sobre esta zona tan accidentada en su morfología, han ido ganando terreno para establecer su vivienda y en ocasiones de forma ilegal (sin escrituras que acrediten su propiedad).
He quedado fuertemente impresionado con la realidad percibida en este asentamiento de viviendas. De su poca infraestructura en agua, luz y alcantarillado y de la pobreza extrema de sus gentes en muchos casos. (En la tercera fotografía pueden verse las letrinas instaladas cerca de cada vivienda).
Sus casas, como en la mayoría de viviendas de la sierra, están construidas con material barato, rápido y de fácil montaje. Es una respuesta lógica en lugares o países subdesarrollados. Carecen de chimeneas. Sus techos están ennegrecidos por el humo ya que la cocina es de leña. Pienso en los problemas respiratorios de estas gentes. Un país con abundancia de gas, y que escasea para los más humildes. Anotar que muchas de estas casas tienen un solo compartimento donde vive la familia rodeada de animalitos (chancho, cuy, gallinas y patos) para su autoabastecimiento.
La pobreza es un sector que autoconstruye su propia vivienda partiendo de una ocupación. A estas fases le seguirán las mejoras y ampliaciones necesarias en la vivienda. Proceso que se da, no sólo en zonas desfavorecidas, sino también en la periferia de muchas ciudades.
He escrito en otras ocasiones sobre el encanto y hermosura de esta tierra, que a su vez, está llena de contrastes. Uno no termina de comprender la lógica que explique que, ante tanta generosidad de recursos como la tierra ha dotado a este valle, no se hayan desarrollado los resortes necesarios para apoyar con eficacia a tantos como lo necesitan.
El “cholo”, que así llaman al indígena de estas tierras andinas vive la escasez y el sufrimiento con naturalidad increíble. Es tan poco lo que tiene, tan poco lo que pide… su profundidad interior invade sus gestos, su conversación, su mensaje, su ternura, su tremenda dignidad personal…
Como en muchas otras partes, la globalización y sus ventajas ha producido progresos para los que siempre lo tuvieron, y abandono y miseria para la mayoría. Pero la persona de estas tierras es trascendente. Soporta sus limitaciones gracias a su Dios, descrito siempre con sencillez y gran convencimiento y tal como él lo entiende y lo vive. Sus certezas interiores le dan fuerza, valentía y le hacen vivir. Sensaciones que he podido captar durante esta Semana Santa, donde el Cristo sufriente preside el corazón generoso de estas gentes, sus necesidades, sus creencias y sus permanentes dificultades.
Pero... volvamos al bario de Qotowincho. Algunas de sus calles se encuentran levantadas debido a las recientes obras. Se debe a una ONG española, PROMI, que junto a la contraparte peruana (KAUSAY) está desarrollando el proyecto de abastecimiento de agua corriente. También observo la instalación de postes eléctricos para el alumbrado.
En medio de esta realidad y viendo a sus humildes habitantes, me vino a la mente la radical decisión de S.J.B. de La Salle cuando dejó de lado los honores y vida cómoda, por otra de entrega a los niños abandonados de su época. ¿Qué debió ver en aquella realidad que le movió a actuar con esa radicalidad?
Sigo caminando… y encuentro a una señora que lava la ropa junto a su casa en un cubo. Más allá, personas fabricando manualmente adobes. Un niño intenta arregla su vieja bicicleta. Dos jóvenes están reparando la rueda de su moto-taxi. Una anciana permanece sentada sobre una piedra a la sombra de su casita. Otros, como yo, transitan por los caminos del barrio. Me saluda una joven y más tarde otra; intercambio unas palabras con ellas pues estudian en La Salle.
Ya de regreso, me encuentro con un niño que tuve en las “vacaciones útiles”; va con su hermanita y lleva una carretilla. ¿Qué haces? le pregunto. - Estoy ayudando a mi papá. Les compro una limonada y yo continúo mi camino. A la salida del barrio, otra niña me reconoce y viene corriendo hacia mí. Me da un beso. Está cuidando a un primo suyo, a la vez que vigila la tienda de “chuches” mientras su mamá está ausente. A estos niños les he animado a venir a las clases de apoyo que comenzarán después de Semana Santa (por las tardes).
Dentro de esta realidad tan necesitada hay un Municipio de España (Cabra) que, junto con Cáritas del Perú y otras entidades, han construido esta clínica comunitaria en la que se realizan distintas campañas preventivas y servicios para solucionar los problemas de salud. Y no solamente de este barrio, sino de muchas otras comunidades del Valle Sagrado. Un lujo para este entorno, pero a la vez una gran ayuda de asistencia sanitaria.
Bien. Me traslado al presente (31-10-2010), pero antes he de informar que el verano pasado (2009), los voluntarios venidos de Madrid y Catalunya, comenzaron a poner los cimientos para una capilla en lo alto de una de las pequeñas colinas del barrio. Fue a petición de algunos de sus habitantes católicos, pues no tenían ningún recinto o iglesia en todo el barrio. Por otro lado se veían en inferioridad ante otros grupos (evangelistas, mormones, testigos, etc) instalados ya en el barrio con su local.
Este año (2010), al no recibir apoyo económico para avanzar en la obra, los mismos feligreses decidieron construir una capilla más pequeñita en el mismo cerro, a la espera de próximas ayudas. Un sendero da acceso a la cumbre; a lo largo del mismo han plantado árboles que, a la espera de la lluvia, apenas sobreviven en una tierra tan árida y salitrosa.
Allí me hice presente el día 31 de octubre. Era un domingo soleado. Por la empinada ladera, a eso de las diez de la mañana, comenzaron a subir los feligreses. Gente de todas las edades; destacan los niños con su uniforme escolar y algunas mujeres con su vestimenta tradicional.
Unas 60 personas llenamos la pequeña explanada que culmina el cerro. Se da inicio a la Santa Misa y siguen unas palabras por parte del Sr. Ricardo, presidente de la Asociación de Vecinos. Una breve bendición con abundante agua bendita y el corte de la cinta puesta para la ocasión fueron los signos que dejaban por inaugurada la pequeña capilla. En su interior está colocada la Cruz de San Juan. La llaman así, aunque es una imitación de la del Señor de Torrechayoc, porque el 24 de junio (día de San Juan) la sacan en procesión.
En la actualidad, este barrio de Qotowincho, está creciendo en población. Unas 800 familias viven en él (a unos 4 miembros por núcleo). Esto es debido a la mejora de sus servicios, en especial la electricidad y el agua corriente. Es un barrio relativamente joven. Este año 2010 se ha conmemorado el 26 aniversario de la Asociación de Vecinos.
En sus orígenes era un lugar poco deseado para residir debido a la orografía y la carencia de servicios mínimos. Dio lugar a los asentamientos ilegales. La procedencia de sus gentes, en buen número, era del éxodo rural de la sierra. De aquí que muchos de sus habitantes compartan el quecha como lengua vehicular.
Hoy, debido a la mejora de los servicios ya mencionados y a la cimentación de algunas de sus calles, se ha producido una nueva imagen positiva del barrio. A ello ha contribuido también la cimentación de la vía de acceso que une Qotowincho con Urubamba. Estas mejoras han repercutido en una revalorización de los terrenos; prueba de ello son las numerosas nuevas viviendas y otras que están en construcción.
Por último mencionaré los trabajos, casi semanales, convocados por la Asociación de Vecinos y que cada familia suele aportar un miembro a este tipo de trabajo comunal. Con sanción económica, claro está, para quienes no asisten.
Por último mencionaré los trabajos, casi semanales, convocados por la Asociación de Vecinos y que cada familia suele aportar un miembro a este tipo de trabajo comunal. Con sanción económica, claro está, para quienes no asisten.