CANTERAS INCAS DE CACHICCATA - 2015



 KACHIQHATA
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          Ollantaytambo es otro de los muchos lugares en el cual que podemos admirar la riqueza arqueológica que nos legaron los incas. Es una población que forma parte de la provincia de Urubamba y del departamento del Cusco. 
       Está ubicada en la convergencia de dos valles surcados por el Vilcanota, al que los incas llamaban Willcamayu (Río Sagrado) y el Patacancha. A una altitud de 2.790 m.s.n.m. 


Una de las rutas que realizo con frecuencia, es hacia las canteras incas de Cachiccata. Los  últimos ascensos los he iniciado desde el puente inca que se halla a la entrada de Ollantaytambo viniendo desde Urubamba. Este puente consta de dos ojos sobre el río Vilcanota (o río Urubamba). Sus bases, de origen inca, lo conforman grandes  bloques de piedra  y, para  proteger el pilar central, colocaron dos enormes rocas a modo de rompe-aguas en el curso del río. En su origen, este puente debió de ser colgante, y como tantos otros que hicieron los incas, estaba realizado con el trenzado de una planta llamada “ichu”, y que se sigue utilizando hoy en la cubierta de muchas  casas andinas.

Una vez cruzado el puente se inicia el ascenso por el margen izquierdo.
Un letrero nos muestra el recorrido a seguir, a la vez que tenemos una buena vista de los andenes que circundan  a Ollantaytambo.



 Frente a la estación de tren nos toparemos con un saliente rocoso sobre el cual existen las ruinas de un control o fuerte defensivo conocido como Choquequillca.
    Al otro lado del río Vilcanota (margen derecha) no encontramos fortificación alguna, debido quizá a que fue destruía con el trazado de la vía férrea.
Nuestro objetivo es visitar las canteras de Cachiccata y continuar luego el ascenso hasta la cúspide del Cerro Arequipa, donde se halla una estructura arqueológica inca,  conocida como INTI-PUNKU (Puerta del Sol).
     La distancia entre el puente inca de Ollantaytambo y el INTI-PUNKU es de unos  8 km con 300 m. siguiendo  una trocha peatonal. Este trayecto se puede realizar en una jornada sin pretender batir récords. Conviene madrugar para evitar el intenso sol de mediodía.

El camino inicial va paralelo al río Vilcanota,  con terrazas al lado izquierdo. En frente, al otro  margen del río, podemos contemplar otro grupo arquitectónico de la cultura inca; se denomina Raqaypata.
Una segunda parte del camino, mucho más amplia, nos lleva hasta la parte inferior de la cantera de Cachiccata (en quechua significa “ladera de sal”). Es un ascenso continuo para salvar los 400 m. de desnivel que hay entre el punto de partida (2800 m de altitud en el puente de Ollantaytambo)  y esta cantera inferior situada a 3210  m.s.n.m.

 A lo largo de este segundo trayecto, que es una de las rampas por la que los incas  deslizaban los bloques de piedra rosada,  encontramos algunas de estas piedras de gran tamaño que no llegaron a su destino y que se las conoce con el nombre de “Piedras Cansadas”.
He aquí dos ejemplares: la primera está situada frente a la iglesia de San Santiago Apostol (Ollantaytambo) y la segunda la encontramos en el camino de ascenso a la cantera.

No es raro encontrar en el trayecto grupos de turistas acompañados por un guía, y animales de carga transportando los materiales de una larga travesía.
   También es frecuente encontrar personas recogiendo plantas aromáticas o medicinales (muña, tara, ...)
Obligatorio se me hace, al recorrer estos parajes, la visita a Don Guillermo Qawa; un anciano que vive solitario a 3022 m de altitud y con quien comparto un “tiempecito” de compañía y algunos alimentos, cada vez que realizo esta ruta.
¿Por qué no men-cionar a los niños Francisco, Roqui, Yéssica, Lourdes y Lisbeth a quienes en esta última caminata les ofrecimos los juguetes prometidos? 

Las canteras de Cachiccata están situadas bajo el impresionante Apu Negra Buena del cual extraían los incas los enormes bloques de riolita rosada.
 Estas piedras eran trabajadas parcialmente en las canteras y bajadas luego hasta el río Vilcanota frente el sector de Rumira.

   Mediante un canal artificial paralelo al cauce del rio, desviaban el agua alternativamente (en época de sequía) y así trasladaban los bloques por uno y otro cauce con una isla en medio. Los bloques eran nuevamente arrastrados hasta la  fortaleza de Ollantaytambo.
   El último tramo consistía en una empi-nada rampa, la cual puede observarse per-fectamente desde el margen izquierdo del río, como muestra la flecha de la fotografía.
Sabemos, por los útiles que los incas abandonaron en la cantera,  que  usaron  la misma piedra para la extracción de los bloques: percutores  de granito y basalto, obtenidos en el río Vilcanota. Estas canteras debieron ser abandonadas  cuando Manco Inca se retiró de Ollantaytambo.
En cuanto al traslado de las inmensas piedras,  no dejamos  de cuestionarnos  el tiempo, la manera  y  la ingente cantidad de personas aportando su fuerza e ingenio. No cabe duda de que el pueblo inca  era experto en construcción; sus numerosas obras  que aún perduran así lo atestiguan: Coricancha, Sacsayhuamán, Ollantaytambo, etc.

En la cantera norte (inferior) de Cachiccata existen pequeñas  construcciones conocidas  con el nombre de “CHULLPAS”. Son diminutas torres de base circular,  construidas  a base  de piedras  unidas con argamasa de barro rojo y paja. Se trata de  construcciones funerarias que abundan en el Altiplano de Perú y Bolivia, propias de los Qollas.
   Las de Cachiccata, debido a su pequeño tamaño,  deducimos que sirvieron como sepultura para una única persona, en las  que generalmente colocaban al difunto en forma fetal  junto con algunas de sus pertenencias. Poseen una abertura o entrada en forma rectangular y tienen cubierta la parte superior o techo. Algunas están muy deterioradas y otras han llegado a desaparecer totalmente; todas han sido saqueadas por los buscadores de tesoros (Huaqueros).

     A nuestros pies se encuentra el pueblecito que da nombre a estas canteras: CACHICCATA. Una comunidad campesina de unas 80 familias con 320 personas aproximadamente y que viven de la agricultura, especialmente del maíz y la papa.
 
     Tras reponer fuerzas, continuamos el ascenso hasta las canteras oeste y sur. En ambas encontramos  piedras de mayor tamayo y mejor trabajadas, así como un recinto limitado en el que alparecer se almacenaban y se trabajaban las piedras extraídas de la cantera.
Desde este lugar podemos contemplar un paisaje espectacular:
·    La amplia vega surcada por el río Vilcanota con sus diversas tonalidades verdes, característica de los meses de lluvia; y en medio, la famosa pirámide de Paccarectampu.
      A propósito de esta pirámide truncada de Ollantaytambo, ciertos escritos la relacionan con los inicios fundacionales del Imperio Inca. Lo que sí podemos confirmar es que durante el solsticio de invierno (21 de junio), con la salida del sol, es posible observar diferentes efectos luminosos mediante las proyecciones solares sobre esta pirámide de Ollantaytambo.


·      Al Al frete, las imponentes cumbres de la Cordillera del Vilcanota, entre las que destaca el Apu (divinidad) o Nevado Verónica también conocido como Wakaywilque con sus 5.682 m.s.n.m. luchando por asomar su cabellera blanca entre las nubes que la circundan.
Me sorprendió  encontrar en estas canteras una rueda de piedra (como de molino antiguo) al parecer sin terminar, pues el agujero central estaba sin perforar totalmente.

 Continuando nuestro ascenso, la siguiente parada fue en los restos arqueológicos de Choquetacarpo situados a 3.495 m.s.n.m,, de los cuales  desconocemos  la finalidad que tuvieron, aunque parece haber sido la residencia de quienes administraron la cantera.


     El viaje prosigue en su última etapa de acenso hasta alcanzar los 3.943 m.s.n.m. Con la vista fija en el INTI-PUNKU (Puerta del Sol) y el deseo de culminar la proeza de llegar a dicha altitud, surgen fuerzas bajo el intenso sol y el mareo por la altura.

   Son los últimos metros, unos peldaños y accedemos a la Puerta del Sol. Un impresionante espectáculo aparece ante nuestros ojos. Enmudecer y contemplar es lo más oportuno. ¡Loado seas mi Señor!