viernes, 28 de febrero de 2014

LA RUTA DEL RECUERDO (2014)

             En ocasiones, a las personas que mantienen una visión positiva de la vida (y no descarto los momentos de dolor vividos),  les llena de gozo el reencuentro con familiares y amigos, así como visitar los escenarios que evocan tantos momentos felices de su pasado.
             En el fondo, cada uno de esos escenarios, personas, encuentros, imágenes,…  son los eslabones que han ido alargando esa cadena de nuestra visión positiva, aunque hayamos perdido alguno de ellos por el camino.
Esta ruta del reencuentro, la mía, la inicié a finales de diciembre dejando atrás, temporalmente, un lugar maravilloso llamado Urubamba. Fue necesario dar este paso para asirme a uno de los primeros y más importantes eslabones de la mencionada cadena: La familia. El escenario, un pueblecito de la Bureva denominado por los romanos “Biruvesca”, y que guarda en sus viejas casonas los blasones nobiliarios de un glorioso pasado.


             Allí, junto a mi familia, recibí al Nuevo Año 2014 con alegría y renovadas ilusiones para el futuro. No faltaron mis oraciones  dirigidas al buen Padre del cielo en ese  primer día del año, en la iglesia dedicada a San Martín que preside la plaza mayor del municipio.
 
             Siguiendo el plan de ruta de mis recuerdos, bueno era visitar otro escenario evocador: Burgos. Ciudad que ha sabido adaptarse a la modernidad conservando con orgullo su pasado histórico. Emblema de ese pasado es su esbelta catedral gótica  que uno no puede dejar de contemplarla cada vez que se ve acogido por la ciudad.

             Un nuevo encuentro de ilusiones  para pequeños y mayores  se hizo presente la víspera de Reyes. Cabalgata de fantasía, luz y regalos pasaba ante la atenta mirada de los niños que fijaban sus ojos en aquellos mágicos personajes esperando recibir un regalo, un gesto, una mirada o tan solo una sonrisa.

Me vienen a la memoria los niños de otros lares donde nada de esto existe. Sólo la figura de un viejecito barrigudo, vestido con traje rojo y larga barba blanca (le llaman Papá Noel), Cuyos atuendos  poco dicen  con San Nicolás de Bari al que le han llegado a secuestrar su identidad y su generosidad con los más pobres. Pero, ¡por favor!, que no se pierda la magia de los Reyes de Oriente y que los mayores sepamos descubrir el mensaje que a través de ellos el evangelista  nos quiso transmitir.

      Fue imposible unirme a la caravana de los Magos hacia sus tierras de origen. Otros derroteros eran los que marcaba mi hoja de ruta. Fue un ocho de enero cuando llegué a una gran urbe: Barcelona.  Me acogió durante unos días y en ella pude constatar y vivir el sentido profundo de la fraternidad entre los Hermanos de La Salle (mi segunda familia).

             Allí, en Barcelona, inicié este escrito sobre la “ruta del recuerdo”, favorecido sin duda por la fraternal acogida y la paz vivida durante esos días. Allí también he pude reencontrarme con antiguas amistades; entrevistarme con los responsables de PROIDE y dar un fuerte abrazo a Pepe (el “Cóndor”) de parte de tantos amigos que le recuerdan al otro lado del Océano.  El Hno. Carles Giol me facilitó el encuentro con quienes  han aportado su valía en Urubamba (Arnau, Guim i Xavi y otros que posiblemente lo harán en próximas fechas).
             Recorriendo las calles  de la antigua Barcino se avivaron los recuerdos acumulados durante los trece años vividos en ella. Me fue irresistible recorrer las Ramblas y el Paseo Colón; visitar la Sagrada Familia, el Park Güell y adentrarme por las estrechas calles del barrio gótico para luego aterrizar en la Barceloneta, lugar céntrico de esos trece años.

             No pudiendo  parar la máquina del tiempo, me vi, en un abrir y cerrar de ojos, en Figueres; última Comunidad antes de partir hacia estas tierras  lejanas  en el 2010. Y, ¿cómo plasmar en estas líneas la esmerada acogida recibida  esos días en tierras ampurdanesas? Desde lo más profundo me brota una corta palabra: ¡GRACIAS!


              Pasado ya el ecuador de esta cadena de recuerdos, me adentré en aquellos nueve años en que asumí  la dirección del  colegio a Salle Torreforta. Un periodo que para mí fue todo un reto por las dificultades a las que tuvimos que hacer frente; siempre acompañado por el buen hacer y entrega de quienes formábamos la gran  familia de La Salle Torreforta. Pero mayor dificultad que en las obras y la economía, fue gestionar ciertas situaciones de conflicto; éstas van unidas al cargo de responsabilidad y tomes la decisión que tomes, no siempre llueve a gusto de todos.

             Las charlas  expuestas a Hermanos, jóvenes y medios de comunicación (en Barcelona, Figures y Torreforta)  me han permitido transmitir cómo el espíritu de La Salle  sigue vivo, no sólo en Urubamba, sino en tantas obras y corazones que hacen posibles los pequeños milagros del Reino.  Una sonrisa en el momento de mi llegada, el saludo afectuoso y las numerosas atenciones recibidas, son los pilares humanos que me han hecho percibir esa cálida acogida, haciéndome sentir como en la familia.