domingo, 13 de mayo de 2012

PARQUE ARQUEOLÓGICO DE TIPÓN



Hoy, 29 de abril salimos de excursión los tres Hnos. que animamos el centro educativo de Urubamba: Javier, Herbert y el que escribe este relato (José Luis). Nuestro objetivo fue visitar el Centro Arqueológico de Tipón.
Bueno, los que vivimos en el Valle Sagrado de los Incas estamos acostumbrados a ver restos arqueológicos de la época incaica, aunque  no lleguemos a valorar suficientemente esta riqueza cultural que hemos heredado.

Este era mi pensamiento, hasta que llegué ante la maravilla que más adelante describiré. Belleza en el entorno, en el tallado de sus piedras, en la adaptación al medio y la limpieza y cuidado en todo el recinto. No es un lugar tan promocionado por las agencias turísticas, pero os lo recomiendo a los  hambrientos de cultura. No os defraudará.
¡Ah!, por cierto; ingresé gratis en el recinto acreditando ser residente en Cuzco y por ser ese día domingo (los domingos es gratis para los residentes en el departamento del Cuzco presentando la debida acreditación. Si no, son 10 soles).

Este Parque Arqueológico se encuentra a 23 Km. del Cuzco y a una altitud de 3. 400 m.s.n.m. El desvío se inicia en el Km. 18 para dar acceso primero al pueblo que lleva su nombre (Tipón) a través de  una pista cimentada durante medio Kilómetro. Luego, nos quedan unos cinco kilómetros de ascenso por  una buena pista forestal hasta el citado centro arqueológico; estos terrenos que pertenecen a la comunidad de Choquepata, el distrito de Oropesa, provincia de Quispicanchi y departamento del Cuzco.

Dentro de este complejo arqueológico podemos  distinguir  los siguientes sectores: la andenería para la agricultura, los centros ceremoniales, los depósitos de alimentos o colcas, el sector urbano y las tumbas funerarias. Fue en 1970 cuando se iniciaron los trabajos de restauración, en especial de la andenería. Junto a estos trabajos hemos de mencionar las numerosas visitas de huaqueros  que a lo largo de los años han profanado y vaciado las tumbas del entorno con la única finalidad de ir en busca de tesoros.

     A primera vista llama poderosamente la atención el perfecto diseño, pues se encuentra asentado sobre una superficie muy irregular. La andenería presenta un fino y perfecto encaje de las piedras, así como la canalización que encauza las aguas. Sin duda que estas terrazas tuvieron una finalidad agrícola y quizá de experimentación al estilo de los andenes que se encuentran en Moray. La diferencia la encuentro en que en Tipón contaron con abundante agua para el riego artificial. El perfecto tallado y encaje de sus piedras nos hace deducir que este lugar debió ser un sitio especial orientado a la experimentación agrícola. La mayoría de las terrazas tienen un promedio de 3.40 metros de altura.

 En todos los complejos arqueológi-cos incas  podemos contemplar aún hoy, junto a la 

arquitectura, sus obras hidráulicas para la conducción y distribución del agua. Todavía se siguen utilizando muchos de estos conductos para el riego o abastecimiento de agua a las poblaciones.
  Destaca en Tipón esta impresionante labor de ingeniería  encauzando la abundancia de  agua que surge de un manantial sito en este lugar   y  que se desliza a través de conductos labrados en piedra,  con trazos sinuosos en unas ocasiones, rectos la mayoría de las veces,  y caída casi vertical del agua en otras.  Esta se distribuye homogéneamente desde su origen (fuente ceremonial) , subdividiéndose en otros dos canales y posteriormente en cuatro, siendo varias las interpretaciones de su significado.

     Merecen una mención especial las fuentes, muy bien restauradas  y que sin duda sirvieron  para realizar en ellas ritos o ceremonias religiosas.  Prueba de ello son las hornacinas  que hay a ambos lados de la fuente y que nos hacen presumir su importante papel en los rituales litúrgicos.  Recordemos  el alto  valor y cuidado con que los incas  trataban a este elemento de la madre naturaleza. Así pues, el agua recibía ofrendas de los sacerdotes imperiales,  y sus ceremonias se realizaban de acuerdo con las  fases lunares.

Las aguas de este lugar tienen un marcado carácter sagrado al brotar de las entrañas mismas del apu Pachatusan y ser transportadas por un largo canal de casi kilómetro y medio  que en su último tramo pasan a ser subterráneas hasta el noroeste del complejo arqueológico.

 El entorno goza de una atmósfera especial de paz, donde el sonido de las aguas acompaña la visión majestuosa del recinto.



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